Los Plátanos de Canarias y las bananas tienen como origen la misma fruta, pero la zona en crecen, las técnicas de cultivo y recolección hacen que el primero tenga una calidad excepcional que justifica un precio más elevado.
En primer lugar, los Plátanos de Canarias están sometidos a unas exigencias para obtener el certificado de Indicación Geográfica Protegida Plátano de Canarias que van mucho más allá de estar cultivados en las Islas Canarias y ser de la variedad Cavendish. La indicación IGP implica, por encima de todo, un control estricto en la aplicación de fitosanitarios, lo que hace que los plátanos de Canarias sean mucho más sanos. Cada plantación lleva un libro de campo donde se anotan todas las labores que se realizan en el cultivo. Eso implica más costes de producción pero también aporta un sabor único.
El cultivo del plátano de Canarias es más artesanal porque la producción en minifundios permite que se atienda mejor a las plantaciones en comparación con los latifundios de las plantaciones de banana de África y América.
El Plátano de Canarias permanece más semanas en planta que la banana ya que ésta la cortan muy verde para poder transportarla en barco hasta Europa. Eso afecta al sabor y composición, porque al cortar antes el fruto, tiene más almidón y menos azúcar.
Las condiciones climáticas únicas de las Islas Canarias hacen que el producto sea único. Los contrastes climatológicos de temperatura y pluviosidad benefician el cultivo y mejoran la calidad del producto. La tierra sobre la que crece la platanera es tierra volcánica y el agua que nutre la planta proviene de manantiales que se forman en el subsuelo después de las lluvias.